EL AÑO QUE SE LLEVARON EL TREN DE BAZA

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El año que se llevaron el tren de Baza yo tenía doce años. Era el último día de 1984 y yo apenas un zagal que se iba abriendo a la vida y que creía que podría cambiar el mundo metiéndose tiritando en las vías con un buen grupo de bastetanos y bastetanas. No fue así, la suerte estaba echada para el ferrocarril en nuestra zona. “Déficit presupuestario” se justificó el gobierno que entonces presidía Felipe González, una excusa que le ha ido valiendo a los distintos gobiernos estatales y andaluces en los últimos 30 años.
Esta línea férrea daba pérdidas económicas, como tantas por todos los territorios del Estado: mientras que muchas otras siguieron abiertas, la nuestra sí se cerró y, de paso, condenó más al ostracismo a una tierra a la que nunca nos han dejado levantar cabeza. Y no solo hay que culpar a dichos gobernantes de allá lejos, sino sobretodo a los de aquí cerca, que se han llevado los votos elecciones tras elecciones con todo tipo de promesas, pero que se esconden miserablemente agachando la cabeza cuando toca pelear por la tierra que les ha votado antes sus jefes de partido en Sevilla o Madrid. Tampoco se puede ir de rositas una población que solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena, demasiado acomodaticia, resignada y dominada en manos de las estructuras del partido del régimen.
Han pasado casi 30 años, hemos ido perdiendo demasiadas oportunidades, demasiados trenes han pasado por nuestro lado sin deternerse, pero no han conseguido quitarnos la ilusión ni las ganas de pelear por una reivindicación justa y más necesaria que nunca. Del niño de entonces algo aún queda en este “cuarentón” que soy ahora, la misma convicción compartida con otras muchas personas para seguir reclamando el tren y las oportunidades de desarrollo para nuestra tierra. No está siendo nada fácil mantener viva la reivindicación, no lo ha sido en todos estos años cuando Andalucistas y Amigos del Ferrocarril hemos convocado actos de protesta, como los de cada 31 de diciembre. Lo malo no es que hayamos acudido poca gente para lo mucho que nos jugamos; lo peor de todo es haber tenido que aguantar la mofa e incluso la ridiculización de la que hemos sido objeto por parte de los mismos que ahora se envuelven en la bandera del tren para ser “más papistas que el Papa” y clamar por el protagonismo en algo en lo que nunca han creído.

Ay Baza, lástima de tu poca memoria, de la que se aprovechan los malos gobernantes una, y otra, y otra vez más.

Si alguna vez me pierdo, buscadme en la estación del tren, pero en una estación viva, llena de sueños, esperanzas, oportunidades, trabajo…….y trenes.